Una jornada intensiva es de todo un día
Recordando viejos tiempos, el trabajo de campo se acumula en ocasiones, y por ello es necesario ir todo el día. Cuando eso ocurre hay que tomárselo con calma, “poquet a poquet”, principalmente cuando es en un ambiente rural y/o forestal.
Esta vez estuvimos en varias fincas de tierras de Benissa y Teulada, y lo hicimos nuevamente con el incombustible D. Julio, quien apareció provisto del hacha y la desbrozadora para buscar los lindes, y de esa forma tomar y marcar los puntos con precisión.
Un maratoniano como yo acabó reventado en la citada jornada, pero no tanto por el trabajo realizado, sino por aguantar el ritmo frenético y selvícola del amigo Julio, “el terror de los márgenes”.
Lo importante es que pudimos acabar todo el trabajo sin mayores incidencias, y disfrutar de los paisajes alicantinos de la viña, compensando así el esfuerzo, y también el lamentable estado de los yermos, despidiéndonos finalmente con la estampa de una de esas encinas relícticas de porte excepcional, que da idea del trabajo, que sobre ella y los campos que la envuelven, se realizaba antaño.